Los huecos del COVID-19
El día 20 de marzo de 2020 perdí a mi padre. Tres meses antes, el día de Navidad, una caida en casa, en el baño, se saldó con la rotura del fémur. A partir de ahí, cuando con mucho esfuerzo empezaba a caminar por el pasillo de su casa, tuvo que ingresar en el Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, donde finalmente falleció a los 93 años de edad.
No olvidaré nunca lo que sentí al abrazar la urna que contenía sus cenizas. Dos semanas antes, me había despedido de él. Estaba entonces en la habitación del hospital, tomé su mano y varias veces le dije que le quería mucho. Me vine abajo, entré en off. Esperé a que llegara mi hermano Alberto y cuando marché del hospital sabía que no volvería a verle más. Ahora, lo sostenía con dificultad con mis temblorosas manos y ahogado por el llanto volví a decirle lo mucho que le quería. Se lo entregué entonces a Maika, mi hermana pero acto seguido le pedí que me dejara abrazarlo una vez más.
Qué sensación tan extraña Maika. Nadie nos puede acompañar. No podemos despedir a Papá.
Desde entonces me angustia la idea de que pueda haber personas que conocieron a mi padre y que lamentarían su pèrdida de haber tenido conocimento de la misma. Siento que su afecto, sus oraciones, sus abrazos, no merecen ser desperdiciados pues realmente son un reconocimiento a su paso por la vida.
Mi padre, tuvo una larga vida, fue feliz, muy querido y nunca estuvo solo. Dedicó una gran parte de su vida a ejercer la medicina, esa bendita profesión a la que siempre y tanto respetó le llevó a Salvador de Zapardiel, Portillo, Pedraja, Velliza, Hornillos, Pedraza de Alba, Santiago del Campo, Malpartida de Cáceres y a Cáceres, donde falleció a los 93 años, 54 años después de haber llegado a Extremadura.
Junto a él, siempre, su mujer, María del Carmen, mi madre, una excepcional persona a la que cada día admiro y quiero más. Ambos fundaron una gran familia, mi familia.
Marido, Padre, abuelo, bisabuelo, amigo, compañero, médico...
Nada puedo añadir. Mis ojos se llenan de lagrimas cuando leo tus palabras hermano. Papá sigue con nosotros.
ResponderEliminarLo leo una y otra vez, y otra más, como si fueran tus palabras otro de sus besos, para sentirme aquí, tan cerca...
ResponderEliminarTe quiero hermanito
Lo escribí con el alma
EliminarQuerido AMIGO , y por extensión ,querida familia GARCIA RIOBOO, aunque casi me parece un sacrilegio enturbiar este escrito con un comentario , no puedo evitar sucumbir al hecho de que nazca en mí un sentimiento tan añorado ,hasta el punto de que afloran unas pequeñas lágrimas ,cuando me "uno"a tí en ese punto en el que identifico un recuerdo tan intenso que no puedo dejar pasar el deseo de abrazarte, un abrazo sincero y callado merecedor de tu dolor tan generosamente compartido.
ResponderEliminarDespués de publicar este post, lo leí más de una docena de veces. Mientras lo hacía lloré mucho. Al principio del día, lloraba de tristeza, al final del día lloraba de alegría. Hoy no lloro, al contrario, hoy me río.
EliminarMuchas gracias por regalarme un comentario tan bello.
ánimo Óscar!!, tú mismo lo has escrito: "Mi padre, tuvo una larga vida, fue feliz, muy querido y nunca estuvo solo."
ResponderEliminarDoy gracias por ello Fernando. Lo duro ha sido este inimaginable contexto que nos priva hasta de lo elemental.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo